¿Recordáis esta película? ¿Os sugiere algo la palabra vendetta? ¿Os resulta familiar este rostro? Seguro que estaréis pensando en
“V de Vendetta”. Como ya sabéis, en este blog nos propusimos tener el lenguje presente hasta en los lugares más escondidos de nuestra vida y, si bien es obvio que una película va a contener lenguaje para poder comunicar, vamos a intentar observar el discurso del protagonista desde una sensibilidad nueva.
V, el protagonista, trata de denunciar con este discurso una situación que le
parece, y que de hecho es, injusta. En la película han llegado al poder el líder
Adam Sutler y sus compinches, quienes llevan a cabo un sistema de gobierno
represivo sobre los ciudadanos. V trata de hacer ver a la gente lo
que realmente está sucediendo, con la intención de que no se mantengan pasivos, sino que hagan
frente a esa situación.
Mucho podríamos comentar sobre el personaje principal aunque
aquí nos vamos a limitar a algunos aspectos: V es una persona
peculiar con sed de vengaza hacia los que ocupan el poder por todo lo que le han hecho sufrir. Es alguien que disfruta con el arte y la literatura, en especial, con Shakespeare y Dumas. Pero lo que más llama la atención de este extraño personaje es que
logra captar nuestra atención en todo momento mediante, utilizando el lenguaje; es,
clarísimamente, un gran orador. Esto lo vemos en el momento en el que se apodera del canal principal de televisión y da un
discurso para concienciar a los
ciudadanos y ciudadanas y que reaccionen frente a la situación que están viviendo:
¡Buenas tardes, Londres! Permitid que, primero me disculpe por la interrupción. Yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía.
Aquí vemos que empieza
de una forma muy cordial. Luego, por el tono de su voz, nos percatamos de que aquí,
igual que en otras ocasiones, utiliza la ironía para simpatizar con el oyente y
conseguir captar su atención. Realza, además, las palabras que más le interesa
destacar con un especial énfasis y apela a las familias y a la seguridad, algo que toca la sensibilidad de los oyentes y los pone en tensión.
A mí me gusta tanto como a vosotros, pero con el espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado, normalmente asociados con la muerte de alguien o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla y que se celebran con una fiesta nacional, he pensado que podríamos celebrar este 5 de noviembre, un día que, lamentablemente, ya nadie recuerda, tomándonos 5 minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco.
Después de ese inicio cordial y tras haber incluido en el discurso una contraposición de ideas tan sutil e irónicamente, empieza a exponer su
propósito.
Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos, sospecho que, en este momento, estarán dando órdenes por teléfono y que hombres armados ya vienen de camino.
¿Por qué? Porque mientras pueda utilizarse la fuerza, ¿para qué el diálogo? Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad; y la verdad es que en este país algo va muy mal, ¿no? Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión.
Este fragmento es perfecto para captar aún
más la atención de los oyentes: hay eufemismos, ironías, metalenguaje... La utilización de una entonación irónica le da un toque genial sin ser lenguaje en sí mismo; además, el contenido aquí muy importante porque trata la verdad, bonita palabra para
unos ciudadanos oprimidos. Esto también le sirve para ir provocando malestar entre la gente y que se mueva, que haga algo y no se queden quietos. Las últimas palabras son el punto
culminante porque la sutiliza de un modo clave, coordinadamente para darles más fuerza y mostrar, así, todo lo que están sufriendo a causa de ese
régimen.
Antes teníais libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabais. Ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos.
¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, solo tenéis que miraros al espejo.
V hace una brutal comparación el modo de vida que tenían antes y el que tienen ahora para hacer ver todo lo que se ha perdido. Por otra parte, y de un modo totalmente directo, culpa a los mismo ciudadanos, a su pasividad, de la situación.
Sé por qué lo hicisteis... sé que teníais miedo ¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades, había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común, el temor pudo con vosotros. Y, presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Sutler. Os prometió orden, os prometió paz y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra silenciosa y obediente sumisión.
Anoche intenté poner fin a ese silencio. Anoche destruí el Old Bailey para recordar a este país lo que ha olvidado. Hace más de cuatrocientos años un gran ciudadano deseó que el cinco de noviembre quedara grabado en nuestra memoria. Su esperanza era hacer recordar al mundo que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras: son metas alcanzables.
La voz, la muestra de empatía, los sustantivos finales; todo esto muestra el grado de implicación del orador en el discurso y, del mismo modo, hace que los oyentes se sientan identificados y atraídos, aún más si cabe, hacia sus palabras.
Así que si no abrís los ojos, si seguís ajenos a los crímenes de este gobierno, entonces os sugiero que permitáis que el cinco de noviembre pase sin pena ni gloria, pero si veis lo que yo veo, si sentís lo que yo siento y si perseguís lo que yo persigo, entonces, os pido que os unáis a mí, dentro de un año, ante las puertas del parlamento y juntos les haremos vivir un cinco de noviembre que jamás, jamás nadie olvidará.
La conclusión del discurso es perfecta: enfatiza las últimas palabras y, mediante anáforas, consigue que el discurso se quede grabado en la mene y el espíritu de los ciudadanos. El momento de hablar está termiando y tiene que lograr que los oyentes se unan a él, que sientan lo que él siente y reaccionen com él lo ha hecho;el orador se implica de un modo absoluto en el discurso para que los que lo escuchan lo hagan también.
Gran monólogo el de V, totalmente de acuerdo. La verdad es que como decís, da gusto ver una película donde las palabras utilizadas acaban cautivándote. Como estudiante de Comunicación Audiovisual, considero que una de las cosas más importantes en una película es un buen guion. Sin guion, no hay película que valga. Y para conseguir esto no es necesaria una historia jamás contada. Con un cúmulo de palabras bien enlazadas y dotadas de coherencia, la obra se va formando y va cogiendo forma. ¿Qué hay más bonito que un discurso/monólogo/diálogo que consiga emocionarte tan solo por su belleza?
ResponderEliminarEn fin, buena entrada y buen blog.